Implantación del IPD, BIM y Prefabricación I.

El libro Building Information Modeling – A Strategic Implementation Guide,  escrito por Dana K Smith y Michael Tardif en el año 2009, resulta sin lugar a duda merecedor de su reputación describiendo en sus páginas el proceso de implantación de BIM en las empresas promotoras y constructoras.

Al inicio del libro describen la situación actual con la metáfora de «Un cantero que hubiera trabajado en la construcción del Partenón, hoy 2500 años más tarde podría entrar en un edificio en construcción, y con alguna pequeña dificultad, reconocer sus herramientas y comenzar a trabajar», lo que me trajo a la memoria una frase del arquitecto Rafael Leoz en su libro Redes y Ritmos Espaciales en el año 1.968; «Construimos como los romanos y probablemente con menos audacia».

Estas décadas de retraso en el sector de la construcción respecto al resto de las áreas de la técnica es cuantificable con estadísticas relativas a la productividad como las aportadas por Paul Teicholz, en las que se observa como durante el periodo 1.964 – 2012, en los EEUU la productividad en el sector de la construcción cayó a un ritmo de un 0.59% al año, mientras que en el resto de sectores aumentó en un 1.77%.

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http://www.aecbytes.com/viewpoint/2013/issue_67.html

El consumo de materias primas es cuanto menos alarmante, en los EEUU el sector de la construcción consume un 40% de las mismas, llegando a un 75% si suma la obra civil, lo que hace que el sector consuma tres veces más materias primas que el resto de la economía.

Antes de comenzar a proponer nuevas metodologías de trabajo, implementar nuevos programas de software o incluso nueva legislación para intentar poner remedio a esta situación, resulta imprescindible el  comprender algunas de sus causas e ir mas allá de lo estrictamente técnico, buscando otros motivos como los sociológicos o los económicos para tratar de comprender que ha sucedido, por qué estamos como estamos, y donde se ha fracasado en anteriores intentos de industrializar y racionalizar el sector de la construcción.

La segunda guerra mundial supuso un notable impulso al desarrollo tecnológico en áreas como la física, la química, la informática, las comunicaciones o la ingeniería en todos sus ámbitos, al tiempo que dejo un continente entero arrasado no  solamente en sus edificios e infraestructuras, sino en las pérdidas humanas en forma de mano de obra cualificada a todos los niveles.

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Necesidad de vivienda, escasez de mano de obra y disponibilidad de financiación gracias a los planes Marshall, hicieron que la prefabricación apareciera como la solución natural y lógica, pero esa urgencia con la que hubo que responder a la necesidad de vivienda hizo que se utilizaran tecnologías que no estaban suficientemente consolidadas, adaptándolas en muchos casos a la forma tradicional de construir los edificios.

Los encargos para la construcción de viviendas utilizando sistemas cerrados de prefabricación proporcionaron alojamiento a millones de europeos, mientras la figura del arquitecto quedaba desplazada por la del ingeniero, y  la cuadrilla de albañiles por el equipo de montaje.

Destacan figuras como Jean Prouvé, o los diseñadores de sistemas con grandes paneles de hormigón como el Camus o el Coignet a los que posteriormente se les sumarían otros como los Estiot, Balency o Costamagna.

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Al final de la guerra se produjo de forma paralela un baby boom demográfico  que apuntala las pirámides de población y garantiza la demanda de vivienda durante las décadas de los 60s y 70s, al tiempo que el PIB europeo crecía de forma constante año tras año generando riqueza y por tanto una demanda de vivienda de mayor calidad.

Poco a poco y mientras el sector de la construcción tradicional iba recuperándose, todas las carencias de los sistemas empleados en la euforia inicial van quedando al descubierto, se había construido muy rápido, se había hecho de espaldas a los arquitectos, y pese a que resolvieron el problema del alojamiento, los resultados en muchos casos acabaron siendo nefastos.

En Francia en 1.971 el 80% de las viviendas que se construían estaban firmadas por ingenieros mientras que la terrible monotonía de los nuevos barrios se achacaba injustamente y de forma interesada a los sistemas cerrados de prefabricación, circunstancia que el tiempo ha demostrado como errónea, cuando Arquitectos construyendo con sistemas tradicionales han caído en los mismos errores o incluso mayores.

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Residencial Francisco Hernando, Seseña, España.

No es la maquina la que trabaja mal, somos nosotros quienes no sabemos hacer uso de ella.

Walter Gropius.

En estas circunstancias, con una generación de baby boomers de postguerra buscando empleo, y con todos los profesionales tradicionales del sector de la construcción en contra de la prefabricación, los gobiernos de europa occidental redescubren el sector de la construcción como sector en el que ocupar gran cantidad de mano de obra no cualificada para otros oficios.

La prefabricación en Francia se impuso gracias a una decisión política. Hoy día sería más barato importar unos miles más de obreros portugueses y españoles y seguir montando muros perpiaños que hacerlos prefabricados. Si mañana los portugueses y españoles se transformaran en caros, se pueden traer turcos, y si los turcos aumentan de precio traerían chinos (bueno chinos no, ya que podrían ocasionar serios problemas) pero indios y sudamericanos. Estoy muy de acuerdo con usted en que la prefabricación cambia el status de los obreros de la construcción.

1971, Paul Chemetov, Arquitecto Director del Atelier d’Urbanisme et Architecture en la publicación, Arquitectura y Represion de JA Fernandez Ordoñez, Julian Salas y Cia.

Se produce la Tragedia de Ronan Point, a las 5:45 de la mañana de 16 de Mayo de 1.968 una persona residente en la planta 18 del edificio de 22 plantas ubicado en Newham, al Este de Londres, encendió un fósforo para preparar un té sin percibir que había una acumulación de gas en su cocina, la explosión desmontó el panel de hormigón más próximo e hizo que colapsaran todos los paneles de una esquina del edificio, dejando 4 fallecidos y 17 heridos.

La investigación posterior desveló errores de proyecto y ejecución en los encuentros entre paneles de fachada y forjados, así como la debilidad de este sistema ante pequeñas explosiones domesticas o incluso la carga de viento en edificios de gran altura.

Se sustituyeron las instalaciones de gas por instalaciones eléctricas, se trató de subsanar y reforzar los puntos críticos en las estructuras, pero la demolición de este tipo de edificios acabó siendo la solución definitiva durante las siguientes décadas.

Coincidiendo con la tragedia de Ronan Point en Mayo de 1.968 los movimientos juveniles que protestaban violentamente en las calles de Paris y otras capitales europeas sumaron de forma oportunista  a sus consignas otras nuevas como “no queremos vivir en cajas de cerillas” o el “no queremos vivir en cajas de zapatos” despreciando los nuevos barrios, el funcionalismo y la deshumanización generada por la repetición de edificios construidos con el mismo sistema.

Los cambios legislativos que sucedieron a estos acontecimientos acabaron siendo determinantes para el retroceso en términos de tecnología y productividad que ha padecido el sector durante las décadas siguientes.

En los Estados Unidos las cosas tampoco fueron mejor y el intento más serio de industrializar la construcción, la Operación Breakthrough impulsada por el presidente Nixon, fracasaba estrepitosamente por motivos sociológicos, económicos y legislativos.

El crecimiento económico posterior en términos de PIB en Europa y EEUU ha contribuido todavía más a desincentivar la investigación en nuevos sistemas constructivos, dado que el coste de construcción de un edificio ha llegado a ser una cantidad secundaria en la formación del precio final de un inmueble.

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Así una mejora de la productividad de un 10% durante la construcción del edificio apenas redunda en un 2,5% en el precio final del inmueble, hecho que supone que el implementar nuevos sistemas constructivos, apostando por la productividad o la calidad pasen a ser cuestiones secundarias, especialmente en un mercado alcista como el de las últimas décadas.

El retraso tecnológico en lo relativo a nuevos sistemas constructivos ha tenido también sus consecuencias, y aunque difíciles de percibir a simple vista son de una gravedad tremenda:

Cuando en un país desarrollado se produce una generación baby boom que va a necesitar de la construcción de un gran número de viviendas, si estas se construyen mediante sistemas basados en abundante mano de obra se van a descompensar otros sectores productivos, y se van a generar movimientos migratorios para cubrir la demanda de trabajadores en la construcción, trabajadores que obviamente también tienen necesidades de alojamiento, generándose un círculo vicioso que acaba hinchando una burbuja inmobiliaria si dispone de la financiación necesaria.

Otras consecuencias son la deficiente calidad de los productos obtenidos, los desfases de presupuestos y plazos durante la construcción, la ineficiencia energética, o los altos costes de mantenimiento en los edificios.

Razones como las anteriormente descritas han motivado que un país como Singapur haya legislado durante este año para obligar al empleo de componentes prefabricados en la construcción de los edificios, en Europa la tendencia es que durante la próxima década se legislará en todos los países para que los proyectos licitados por las administraciones publicas empleen la metodología BIM, y en Estados Unidos se están realizando numerosos e importantes proyectos empleando metodologías como el Integrated Project Delivery, BIM y Prefabricación por componentes.

Continuará segunda parte.

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